sábado, 2 de mayo de 2015

Al otro lado del silencio

"Morir es trasladarse a una casa más bella, se trata sencillamente de abandonar el cuerpo físico como una mariposa abandona su capullo". Frases como éstas son las que Elisabeth Kübler-Ross pronunciaba a diario a la cabecera de sus enfermos.

Sin embargo, tenemos miedo a la muerte, fruto del materialismo en el que vivimos inmersos. Vivimos en una sociedad en la que la muerte es un tema tabú, se ha desnaturalizado y no la entendemos como la parte final de la vida, evitamos el tema, la tratamos como algo negativo,...y así se lo transmitimos a los niños. En diversos estudios se ha visto que los niños comienzan a darse cuenta de la muerte a los 5 años de edad, y hacia los 9 empiezan a relacionarla con el "no vivir", y que, en general, no presentan mayores dificultades para referirse a ella. Pero, crecen en una sociedad que vive de espaldas a la muerte y que les contagia sus miedos.

Elisabeth Kübler-Ross fue pionera en el movimiento de cuidados paliativos y del estudio de la muerte, y ayudó a descifrar, explicar y dignificar este tránsito. Decía que hay dos cosas que se hacen condenadamente mal en nuestro mundo: NACER y MORIR. En muchísimos casos sin conciencia, sin respeto, sin sinceridad, sin ningún sentido de trascendencia, totalmente medicalizado, en la soledad y frialdad de hospitales y no al calor de los seres queridos. 

Esto contrasta con la visión actual de la medicina, se ha avanzado con técnicas y más conocimientos sobre enfermedades y se ve la muerte como el desenlace fatal de una enfermedad, no como el final de la vida. Médicos y enfermeras vivimos la muerte muy de cerca en el proceso de acompañar a una persona que se enfrenta al final de su camino. Y con respecto a sus reacciones ante esta situación, ha habido diversas investigaciones que han permitido clasificar las actitudes del personal ante el enfermo terminal en 5 tipos principales: evasión, negación, fuga a la hiperactividad, actitud paternalista y resignación. Estas reacciones han ido cambiando en los últimos tiempos, humanizándose cada vez la asistencia. 

Según palabras de Elisabeth Kübler-Ross "estar sentado en la cabecera de un moribundo es un regalo, nuestro mejor maestro. De ahí saldremos más enteros, más enriquecidos". Y, sin embargo, cuando estudiamos enfermería no nos enseñan a verlo así. Aprendemos miles de técnicas, de cuidados, de nociones, de conocimientos,...pero la humanización es una asignatura pendiente, sobre todo en el acompañamiento al morir.

Durante el tiempo que he trabajado en Urgencias de Pediatría no me ha coincidido esta situación. Pero ahora, en los dos meses que llevo en Atención Primaria, he vuelto a trabajar con pacientes adultos, con crónicos domiciliarios y terminales. Y es una relación muy estrecha por las visitas que casi a diario realizamos para prestarles cuidados. En este tiempo he podido conocer a gente maravillosa como PR, y hace casi dos semanas que nos ha dejado. Echo de menos ese ratito de conversación con ella, sus palabras de ánimo a pesar de su voz cada vez más débil, su sonrisa, sus consejos y su amabilidad. Espero haberla acompañado en el final de su camino como se lo merecía.

Y relacionado con el tema, en estos días también he tenido la gran alegría de ver publicado el artículo "ARTERITIS DE TAKAYASU: A PROPÓSITO DE UN CASO", en el número 63 de Enfermería en Cardiología (Enferm Cardiol. 2014; 63:55-61). Y digo relacionado con el tema, porque en mi paso por la planta de cardiología tuve la suerte de conocer a excelentes personas, entre ellas esta admirable mujer con esta rara patología que tras repetidos ingresos y luchando hasta el final, falleció con 40 años. En este artículo presentamos nuestra experiencia enfermera durante su última estancia en la unidad, donde nuestro objetivo fue aportar medidas de alivio para procurar una muerte digna con el fin de facilitar la adaptación de paciente y familia e intentar suavizar el sufrimiento.

"Las personas más bellas con las que me he encontrado son aquellas que han conocido la derrota, conocido el sufrimiento, conocido la lucha, conocido la perdida, y han encontrado su forma de salir de las profundidades. Estas personas tienen una apreciación, una sensibilidad y una comprensión de la vida que los llena de compasión, humildad y una profunda inquietud amorosa. La gente bella no surge de la nada"
(Elizabeth Kübler-Ross)


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