El 2020 será un año destacado para siempre en la
historia, un año que comenzó con un pequeño virus circulando sigilosamente entre
nosotros venido de Oriente, al que no vimos llegar, e ignorando aun lo que se
nos echaba encima. Un año 2020 que empezó con la OMS alertando desde enero de
la gravedad de la pandemia por un nuevo virus, el coronavirus, y que supondría
una emergencia sanitaria global, sin embargo, no lo quisimos creer. Y es que
anteriormente ya habíamos sido alertados del ébola, de la gripe aviar… sin
resultar situaciones tan graves como se decía. Pero esta vez sí sucedió, se
cumplieron las previsiones, empezaban los primeros casos de COVID-19 y sin
darnos cuenta, un estallido de casos que se nos fue de las manos. Así, el 2 de
marzo del 2020 se identificaron los cien positivos, pero aún no éramos conscientes
de lo que estaba sucediendo, y en cuestión de días, mientras marzo avanzaba, el
sistema sanitario se colapsó y se paralizó todo el país.
Atrás quedaba febrero, cuando volábamos libres, sin ver
la sombra del coronavirus sobrevolando encima de nosotros. El 8 de febrero tuvo
lugar la ultima reunión presencial en Murguía con mis compañeras de EFEKEZE.
Era una reunión especial en un año singular que estrenábamos como “Año
Internacional de las Enfermeras y Matronas”, sumergidas en la campaña Nursing
Now y planificando acciones a desplegar para la visibilización de la enfermería.
Cuando resultó ser un año con miles de actuaciones por parte de las enfermeras
en la que quedó visible la enorme valía de nuestra profesión. Fue la última
junta presencial, ya que en marzo se suspendieron todo tipo de reuniones,
jornadas, congresos, … para todos los profesionales sanitarios. Y así, durante
el resto del año, apoyadas por las herramientas digitales, fuimos descubriendo
los encuentros virtuales, los webinars y exprimiendo las tecnologías de la
información y comunicación para seguir conectándonos.
Y llego el caos, la incertidumbre, meses de miedo, largos
días de ansiedad, de arcoíris tras las ventanas para intentar animarnos unos a
otros… y en esta montaña rusa de emociones, nuestro día a día tuvo que
adaptarse a este nuevo peligro invisible pero tan contagioso y mortal.
El 18 de marzo fallecía la primera enfermera en España,
víctima del coronavirus. Se llamaba Encarni y trabajaba en el hospital de
Usansolo-Galdakao, había tratado la primera víctima de COVID19. Tras ella,
muchas compañeras también quedaron por el camino, porque poco se conocía aún
del nuevo virus y se trabajaba a ciegas, con pocos medios de protección. Como
consecuencia de ello, pagando un alto precio como fueron sus vidas, además de
las secuelas posteriores de los que cayeron infectados, el “Long COVID”. Y, aparte,
el enorme impacto en nuestra salud mental por todo lo que hemos visto, sufrido,
callado y aguantado.
Ahora, un año después de idas y venidas, de olas que
suben y bajan lentamente, de valles preocupantes que con todo nuestro esfuerzo los
profesionales sanitarios intentamos controlar, ahora, en medio de todas estas
fluctuaciones seguimos con una transmisión comunitaria continua que sigue
siendo alta. Porque, aunque haya momentos en que mejoren los datos, no se debe bajar
la guardia, y hay gente que aún no es consciente de la importancia de seguir
las medidas preventivas de salud pública para evitar contagios COVID. La OMS nos está advirtiendo, las tasas de transmisión se mantienen muy altas.
Es primordial que cada persona asuma su parte de responsabilidad y actúe con prudencia; es evidente que, al levantar restricciones en momentos determinados como el verano o la navidad, vuelven a incrementarse los casos COVID, el sistema sanitario vuelve a desbordarse y de nuevo se eleva el número de muertos.
Ahora, un año después de la llegada de la COVID, irrumpe en nuestras vidas la FATIGA PANDEMICA. Así, tras meses afrontando una situación imprevista en nuestras vidas, nuestro ánimo está más bajo, con ansiedad, nerviosismo… muchas personas están desmotivadas para cumplir con los comportamientos protectores y las medidas de seguridad recomendadas. Y esto supone una nueva amenaza, porque cumplir con las medidas preventivas es el pilar fundamental para contener y cortar el avance del virus. En este enlace encontrarás recomendaciones para manejar mejor estas emociones: página web sobre el Bienestar emocional del Ministerio de Sanidad.Ahora, un año después de la llegada de la COVID, aún
queda el dolor de aquellas familias, amigos y seres queridos de cerca de 72.910
personas que no pudieron despedirse de ellas, porque tuvieron que vivir en
soledad el final de sus vidas. En nuestras manos está, poder evitar situaciones
tan devastadoras de tanta muerte, sufrimiento y dolor, actuando con prudencia, responsabilidad
y sin bajar la guardia con las medidas preventivas de salud pública.
Somos afortunados porque podemos seguir hablando con
nuestros seres queridos, aunque no sea muy cerca y sin abrazos, aunque sea por
mensajería o videollamadas, lo importante es que podamos contarles lo que hemos
hecho hoy y lo que haremos juntos cuando salgamos de esta.