lunes, 18 de mayo de 2020

El último aplauso de las ocho


 

Todo comenzó cuando se paralizo todo, el 14 de marzo. Ese día, la gente se puso de acuerdo para aplaudir al personal sanitario a las ocho de la tarde desde sus ventanas. Mientras nuestras rutinas diarias en hospitales, centros de salud, residencias y otros centros sanitarios se aceleraban y nos desbordaban, ese aplauso de las ocho nos sacaba una sonrisa y nos daba ánimos para seguir adelante.

Y así, a un ritmo frenético e intenso han pasado 60 días y llegamos al mes de mayo. Hace días, muchos días que ya no se oye tan fuerte ese aplauso de las ocho, se han ido apagando las palmas y casi sin darnos cuenta, la gente se va olvidando de nosotros. 

En esta pandemia hemos querido mostrarte el lado más amable de los sanitarios, con imágenes de “pasillos de aplausos” a los pacientes que salían de las UCIs, de los hospitales, y que volvían a sus casas, porque significaba que nuestros esfuerzos habían valido para curarle y ayudarle a recuperarse; era el aplauso a la vida, era la emoción de ver que nuestros cuidados daban sus frutos. También te hemos enseñado imágenes bailando con Equipos de Protección Individual, con los EPIs, para hacer más soportable la pesada carga de llevarlos y porque necesitábamos reír un poco en medio de todo el sufrimiento que nos rodeaba a diario. Pero pocas veces hemos mostrado la otra cara de la pandemia porque nos parecía muy dura y queríamos darte ánimos y fuerza para soportar el confinamiento. Y la otra cara es ver mucha gente muriendo sola, sin poder despedirse de sus seres queridos, de ver como compañeras se infectaban, y otras fallecían, por falta de EPIs y porque habían puesto su vida en riesgo para cuidar de la tuya. La otra cara es adaptar un sistema sanitario a trabajar prioritariamente con COVID y dejar de atender lo NO-COVID. La otra cara es tener que atender interminables consultas telefónicas a pacientes que te expresan sus miedos, sus mil dudas, escuchar lo duro de las situaciones familiares por las que están pasando, que te describen lo difícil que es vivir ese confinamiento en soledad, y llorar con ellos por teléfono porque no puedes abrazarles ni darles la mano, para después, secarte las lágrimas y poner de nuevo tu mejor sonrisa ya que tienes que seguir con la larga lista de llamadas de gente que te necesita. Y así, día tras días hasta pasar dos meses.

Hace días que se establecieron unas franjas horarias por grupos de edad para poder salir a la calle porque gracias al confinamiento los contagios bajaron, porque gracias al personal sanitario las unidades de cuidados intensivos y hospitales se van vaciando. Hace unos días que la gente puede incluso volver a los bares. Y entonces, nos llegan imágenes de grupos de gente sin mantener la distancia de seguridad, de aglomeraciones de gente haciendo deporte que debería ser individual, de los hosteleros sufriendo porque no les dejan mantener las medidas de protección establecidas, … Y algo se rompe por dentro porque no entiendes como la gente no se da cuenta que el coronavirus sigue con nosotros y ha venido para quedarse una temporada. Sientes una mezcla de indignación e ira porque estas irresponsabilidades nos vuelven a poner en riesgo, y aún estamos cansados para volver a empezar, necesitamos descansar y recuperarnos para volver a afrontar un 2ª ola, que vendrá y para la que tenemos que prepararnos. Sientes impotencia porque nuestro trabajo va cayendo en el olvido, e incluso, en algún momento hemos pasado de héroes a villanos, y lamentablemente, vuelven las agresiones a los sanitarios y las faltas de respeto vuelven a ser cotidianas. Sientes tristeza porque creías que la COVID te devolvería un mundo más humano, con más empatía y con menos egoísmo. Pero no, no ha resultado así, no nos ha dejado esta lección de vida, tal vez, porque hasta que el virus no te toca de cerca o no se lleva a un ser querido, no te das cuenta de lo duro de esta enfermedad.

Otra lección de vida que deberíamos aprender de esta pandemia es que hay que invertir más en investigación y ciencia, ahora nos damos cuenta de ello esperando la ansiada vacuna para que la COVID pase a los libros de historia. También pone de manifiesto la importancia de la Salud Pública y la vigilancia epidemiológica, una debilidad de nuestro sistema sanitario que debemos reforzar porque pueden venir más pandemias, así que, deberíamos aprender de la situación actual, para que no nos vuelva pillar con baja capacidad de respuesta y actuar lo más rápidamente posible, evitando una rápida propagación, evitando los rápidos contagios. Asimismo, esta pandemia nos enseña que hay que reforzar la atención primaria, el pilar fundamental y puerta de entrada al sistema sanitario. En los centros de salud, además de tratar los casos leves, se ha prevenido el empeoramiento del Covid-19 y de otras patologías, protegido la salud de las personas y ha prevenido muchos ingresos hospitalarios, solo el 20% de las personas afectadas eran casos graves o muy graves, requiriendo ingreso hospitalario.

Por otra parte, como fortaleza del sistema sanitario, esta crisis ha visibilizado el gran valor del trabajo de Enfermería y la necesidad de nuestros cuidados. Esta crisis ha dejado claro que hay que aprovechar el potencial de las enfermeras, que tradicionalmente hemos estado relegadas a un segundo plano, y en especial la valía de las enfermeras especialistas. Este es el caso de las especialistas en Enfermería familiar y comunitaria, figuras clave en esta desescalada, un personal con competencias en salud pública, que han adquirido mediante rotaciones durante su formación en unidades de epidemiología, salud pública y comunitaria, entre otras. Estas especialistas tienen ahora la oportunidad en el País Vasco de formar parte del “Programa deVigilancia y Control para la fase de desescalada de la pandemia COVID-19. Controlde casos y contactos” y aportar toda su experiencia trabajando en equipos de salud Pública.

Ayer fue el último aplauso de las ocho, hace días, muchos días que ya no se oye tan fuerte y ayer, sonó muy débil muy lejano. Como el recuerdo del trabajo del personal sanitario casi sin descanso durante estos dos largos meses, con una enorme fuerza vital y moral que ha sostenido el sistema sanitario. En ocasiones, con escasos y defectuosos medios de protección. A veces, cayendo infectadas por el riesgo que nos rodeaba, pero corriendo de nuevo a nuestros puestos de trabajo en cuanto nuestro estado de salud y recuperación nos lo permitía. Porque por encima del dinero, está el sentido de responsabilidad, compromiso y dedicación hacia nuestros pacientes, demostrando la gran profesionalidad de los profesionales sanitarios, y esto es algo, que no se puede medir en un sueldo. Cuidando, acompañando, curando, humanizando como lo hacemos.

Ayer fue el último aplauso de las ocho y ayer me coincidió participando en una entrevista para el programa 360 grados de EITB2 porque tras las últimas imágenes que nos llegan en la desescalada los sanitarios estamos preocupados, acaso ¿se está olvidando demasiado pronto lo ocurrido durante esta crisis?, acaso ¿se ha perdido el miedo al coronavirus? Ahora sólo te pedimos RESPONSABILIDAD y PRUDENCIA en tu comportamiento para una desescalada progresiva, porque tus actos repercuten en el sistema sanitario y en nosotros, al estar expuestos y no queremos volver a estar desbordados, estamos cansados y necesitamos descansar.

Y esta entrada viene a contar todo lo que se quedó en el tintero y no me dio tiempo a decir ayer en el programa. Este es el vídeo por si quieres verla.


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