viernes, 17 de diciembre de 2021
Las vacunas funcionan: nuestra mejor línea de defensa contra enfermedades infecciosas
viernes, 19 de marzo de 2021
Sucedió hace 1 año, un año de esquinas rotas
El 2020 será un año destacado para siempre en la
historia, un año que comenzó con un pequeño virus circulando sigilosamente entre
nosotros venido de Oriente, al que no vimos llegar, e ignorando aun lo que se
nos echaba encima. Un año 2020 que empezó con la OMS alertando desde enero de
la gravedad de la pandemia por un nuevo virus, el coronavirus, y que supondría
una emergencia sanitaria global, sin embargo, no lo quisimos creer. Y es que
anteriormente ya habíamos sido alertados del ébola, de la gripe aviar… sin
resultar situaciones tan graves como se decía. Pero esta vez sí sucedió, se
cumplieron las previsiones, empezaban los primeros casos de COVID-19 y sin
darnos cuenta, un estallido de casos que se nos fue de las manos. Así, el 2 de
marzo del 2020 se identificaron los cien positivos, pero aún no éramos conscientes
de lo que estaba sucediendo, y en cuestión de días, mientras marzo avanzaba, el
sistema sanitario se colapsó y se paralizó todo el país.
Atrás quedaba febrero, cuando volábamos libres, sin ver
la sombra del coronavirus sobrevolando encima de nosotros. El 8 de febrero tuvo
lugar la ultima reunión presencial en Murguía con mis compañeras de EFEKEZE.
Era una reunión especial en un año singular que estrenábamos como “Año
Internacional de las Enfermeras y Matronas”, sumergidas en la campaña Nursing
Now y planificando acciones a desplegar para la visibilización de la enfermería.
Cuando resultó ser un año con miles de actuaciones por parte de las enfermeras
en la que quedó visible la enorme valía de nuestra profesión. Fue la última
junta presencial, ya que en marzo se suspendieron todo tipo de reuniones,
jornadas, congresos, … para todos los profesionales sanitarios. Y así, durante
el resto del año, apoyadas por las herramientas digitales, fuimos descubriendo
los encuentros virtuales, los webinars y exprimiendo las tecnologías de la
información y comunicación para seguir conectándonos.
Y llego el caos, la incertidumbre, meses de miedo, largos
días de ansiedad, de arcoíris tras las ventanas para intentar animarnos unos a
otros… y en esta montaña rusa de emociones, nuestro día a día tuvo que
adaptarse a este nuevo peligro invisible pero tan contagioso y mortal.
El 18 de marzo fallecía la primera enfermera en España,
víctima del coronavirus. Se llamaba Encarni y trabajaba en el hospital de
Usansolo-Galdakao, había tratado la primera víctima de COVID19. Tras ella,
muchas compañeras también quedaron por el camino, porque poco se conocía aún
del nuevo virus y se trabajaba a ciegas, con pocos medios de protección. Como
consecuencia de ello, pagando un alto precio como fueron sus vidas, además de
las secuelas posteriores de los que cayeron infectados, el “Long COVID”. Y, aparte,
el enorme impacto en nuestra salud mental por todo lo que hemos visto, sufrido,
callado y aguantado.
Ahora, un año después de idas y venidas, de olas que
suben y bajan lentamente, de valles preocupantes que con todo nuestro esfuerzo los
profesionales sanitarios intentamos controlar, ahora, en medio de todas estas
fluctuaciones seguimos con una transmisión comunitaria continua que sigue
siendo alta. Porque, aunque haya momentos en que mejoren los datos, no se debe bajar
la guardia, y hay gente que aún no es consciente de la importancia de seguir
las medidas preventivas de salud pública para evitar contagios COVID. La OMS nos está advirtiendo, las tasas de transmisión se mantienen muy altas.
Es primordial que cada persona asuma su parte de responsabilidad y actúe con prudencia; es evidente que, al levantar restricciones en momentos determinados como el verano o la navidad, vuelven a incrementarse los casos COVID, el sistema sanitario vuelve a desbordarse y de nuevo se eleva el número de muertos.
Ahora, un año después de la llegada de la COVID, irrumpe en nuestras vidas la FATIGA PANDEMICA. Así, tras meses afrontando una situación imprevista en nuestras vidas, nuestro ánimo está más bajo, con ansiedad, nerviosismo… muchas personas están desmotivadas para cumplir con los comportamientos protectores y las medidas de seguridad recomendadas. Y esto supone una nueva amenaza, porque cumplir con las medidas preventivas es el pilar fundamental para contener y cortar el avance del virus. En este enlace encontrarás recomendaciones para manejar mejor estas emociones: página web sobre el Bienestar emocional del Ministerio de Sanidad.Ahora, un año después de la llegada de la COVID, aún
queda el dolor de aquellas familias, amigos y seres queridos de cerca de 72.910
personas que no pudieron despedirse de ellas, porque tuvieron que vivir en
soledad el final de sus vidas. En nuestras manos está, poder evitar situaciones
tan devastadoras de tanta muerte, sufrimiento y dolor, actuando con prudencia, responsabilidad
y sin bajar la guardia con las medidas preventivas de salud pública.
Somos afortunados porque podemos seguir hablando con
nuestros seres queridos, aunque no sea muy cerca y sin abrazos, aunque sea por
mensajería o videollamadas, lo importante es que podamos contarles lo que hemos
hecho hoy y lo que haremos juntos cuando salgamos de esta.
martes, 7 de julio de 2020
Explorando una nueva normalidad
Cuando empezaba a descender la ansiada curva de la pandemia COVID, cuando empezaban a vaciarse las UCIS y los pacientes iban despidiendo los hospitales, entonces, un rayo de esperanza iluminaba cada uno de los hogares y cada uno de los balcones en los que hasta ese momento se había compartido solidaridad y grandes momentos de humanidad. Y llego el momento de volver a salir a la calle y empezamos a hablar de la "Nueva Normalidad".
Pero se empezaron a olvidar las más elementales medidas de seguridad: Distancia, mascarilla, lavado de manos, y, ante todo, respeto y menos egoísmo. Y entonces, empezaron los rebrotes. Si bien es cierto, que se controlaron rápidamente, pero gracias de nuevo al esfuerzo y extraordinario trabajo de muchas personas.
Y volvimos a llenar las calles, a saturar playas y espacios públicos sin respetar aforos, ni normas, ni limitaciones, sin guardar medidas de precaución, sin respetar a otras personas, … olvidándonos de la humanidad que se desprendía en los balcones, las ventanas y los vecindarios en el tiempo del confinamiento.
Pero la sombra del coronavirus planea sobre nuestras cabezas, aunque tengamos ganas de sentirnos libres, de saborear la vida, de volver a recuperar costumbres que habíamos dejado atrás. Y algunos aún tenemos miedo porque todavía no olvidamos los intensos meses de colapso sanitario, los largos meses de ansiedad, incertidumbre, miedo e impotencia, junto con las lágrimas derramadas, muchas lágrimas. Porque muchos no podemos olvidar a gente cercana enferma y fallecida, mucha de ella, profesionales sanitarios. Gente que ya no dará besos, ni abrazos, que no conocerá la nueva normalidad y que no ha podido despedirse de los suyos. Porque muchos no podemos dejar de pensar en esas familias rotas, en esas palabras que quedaron por decir, en aquellas sonrisas arrebatadas.
Y es que el coronavirus sigue entre nosotros, y deberíamos seguir las medidas de precaución para evitar que la situación que hemos pasado NO vuelva a pasar. Para evitar dejar atrás a personas por el camino, que ya no volverán, para evitar el dolor de sus seres queridos, y poder avanzar.
Y mientras buscan la vacuna y el tratamiento milagroso y todopoderoso, no olvidemos que la “vacuna eres tú: distancia + mascarilla”.
¿Acaso no hemos aprendido nada?
Decía Isak Dinesen: “La cura para todo es agua salada: sudor, lágrimas o el mar”. Sudor y lágrimas he derramado muchas durante estos interminables meses, y en la “cura” para recuperar fuerzas y seguir guerreando en otoño, en la nueva ola que vendrá, me faltaban los baños regeneradores de mar. Pero ayer, de camino a esta “cura de mar”, hacia la Mariña Lucense, nos llego la noticia que la comarca estaría cerrada por 5 días para controlar un brote. Y todo se esfumo, ya que este rebrote nos obligó a dar media vuelta para casa. Éste y nuevos rebrotes y focos se multiplican por todos lados…
¿Acaso no hemos aprendido ninguna lección?
No podemos ignorar las medidas básicas de seguridad, no podemos bajar la guardia. Debemos evitar nuevos contagios, nuevos casos, nuevos enfermos, nuevos fallecidos, nuevo y evitable dolor. Evitar volver a repetir la situación en la que hemos estado estos meses.
Esperaba que esta pandemia nos enseñase a ser más humanos, con más empatía, confiaba encontrar un mundo mejor al salir a esta nueva normalidad. Y aún estamos a tiempo de aprender.
Cuídate, cuida a tu familia, cuida a tus seres queridos y a la gente que te rodea.
Te cuidamos, cuídanos.
lunes, 18 de mayo de 2020
El último aplauso de las ocho
Todo comenzó cuando se paralizo todo, el 14 de marzo. Ese
día, la gente se puso de acuerdo para aplaudir al personal sanitario a las ocho
de la tarde desde sus ventanas. Mientras nuestras rutinas diarias en hospitales,
centros de salud, residencias y otros centros sanitarios se aceleraban y nos
desbordaban, ese aplauso de las ocho nos sacaba una sonrisa y nos daba ánimos
para seguir adelante.
Y así, a un ritmo frenético e intenso han pasado 60 días
y llegamos al mes de mayo. Hace días, muchos días que ya no se oye tan fuerte
ese aplauso de las ocho, se han ido apagando las palmas y casi sin darnos
cuenta, la gente se va olvidando de nosotros.
En esta pandemia hemos querido mostrarte el lado más amable de los sanitarios, con imágenes de “pasillos de aplausos” a los pacientes que salían de las UCIs, de los hospitales, y que volvían a sus casas, porque significaba que nuestros esfuerzos habían valido para curarle y ayudarle a recuperarse; era el aplauso a la vida, era la emoción de ver que nuestros cuidados daban sus frutos. También te hemos enseñado imágenes bailando con Equipos de Protección Individual, con los EPIs, para hacer más soportable la pesada carga de llevarlos y porque necesitábamos reír un poco en medio de todo el sufrimiento que nos rodeaba a diario. Pero pocas veces hemos mostrado la otra cara de la pandemia porque nos parecía muy dura y queríamos darte ánimos y fuerza para soportar el confinamiento. Y la otra cara es ver mucha gente muriendo sola, sin poder despedirse de sus seres queridos, de ver como compañeras se infectaban, y otras fallecían, por falta de EPIs y porque habían puesto su vida en riesgo para cuidar de la tuya. La otra cara es adaptar un sistema sanitario a trabajar prioritariamente con COVID y dejar de atender lo NO-COVID. La otra cara es tener que atender interminables consultas telefónicas a pacientes que te expresan sus miedos, sus mil dudas, escuchar lo duro de las situaciones familiares por las que están pasando, que te describen lo difícil que es vivir ese confinamiento en soledad, y llorar con ellos por teléfono porque no puedes abrazarles ni darles la mano, para después, secarte las lágrimas y poner de nuevo tu mejor sonrisa ya que tienes que seguir con la larga lista de llamadas de gente que te necesita. Y así, día tras días hasta pasar dos meses.
Hace días que se establecieron unas franjas horarias por
grupos de edad para poder salir a la calle porque gracias al confinamiento los
contagios bajaron, porque gracias al personal sanitario las unidades de
cuidados intensivos y hospitales se van vaciando. Hace unos días que la gente
puede incluso volver a los bares. Y entonces, nos llegan imágenes de grupos de
gente sin mantener la distancia de seguridad, de aglomeraciones de gente
haciendo deporte que debería ser individual, de los hosteleros sufriendo porque
no les dejan mantener las medidas de protección establecidas, … Y algo se rompe
por dentro porque no entiendes como la gente no se da cuenta que el coronavirus
sigue con nosotros y ha venido para quedarse una temporada. Sientes una mezcla
de indignación e ira porque estas irresponsabilidades nos vuelven a poner en
riesgo, y aún estamos cansados para volver a empezar, necesitamos descansar y
recuperarnos para volver a afrontar un 2ª ola, que vendrá y para la que tenemos
que prepararnos. Sientes impotencia porque nuestro trabajo va cayendo en el
olvido, e incluso, en algún momento hemos pasado de héroes a villanos, y
lamentablemente, vuelven las agresiones a los sanitarios y las faltas de
respeto vuelven a ser cotidianas. Sientes tristeza porque creías que la COVID
te devolvería un mundo más humano, con más empatía y con menos egoísmo. Pero
no, no ha resultado así, no nos ha dejado esta lección de vida, tal vez, porque
hasta que el virus no te toca de cerca o no se lleva a un ser querido, no te
das cuenta de lo duro de esta enfermedad.
Otra
lección de vida que deberíamos aprender de esta pandemia es que hay que
invertir más en investigación y ciencia, ahora nos damos cuenta de ello esperando
la ansiada vacuna para que la COVID pase a los libros de historia. También pone
de manifiesto la importancia de la Salud Pública y la vigilancia epidemiológica,
una debilidad de nuestro sistema sanitario que debemos reforzar porque pueden
venir más pandemias, así que, deberíamos aprender de la situación actual, para
que no nos vuelva pillar con baja capacidad de respuesta y actuar lo más
rápidamente posible, evitando una rápida propagación, evitando los rápidos
contagios. Asimismo, esta pandemia nos enseña que hay que reforzar la atención
primaria, el pilar fundamental y puerta de entrada al sistema sanitario. En los
centros de salud, además de tratar los casos leves, se ha prevenido el
empeoramiento del Covid-19 y de otras patologías, protegido la salud de las personas y ha
prevenido muchos ingresos hospitalarios, solo el
20% de las personas afectadas eran casos graves o muy graves, requiriendo
ingreso hospitalario.
Por otra parte, como fortaleza del sistema sanitario,
esta crisis ha visibilizado el gran valor del trabajo de Enfermería y la
necesidad de nuestros cuidados. Esta crisis ha dejado claro que hay que
aprovechar el potencial de las enfermeras, que tradicionalmente hemos estado
relegadas a un segundo plano, y en especial la valía de las enfermeras especialistas. Este es el caso de las especialistas en Enfermería familiar y
comunitaria, figuras clave en esta desescalada, un personal con competencias en
salud pública, que han adquirido mediante rotaciones durante su formación en
unidades de epidemiología, salud pública y comunitaria, entre otras. Estas especialistas
tienen ahora la oportunidad en el País Vasco de formar parte del “Programa deVigilancia y Control para la fase de desescalada de la pandemia COVID-19. Controlde casos y contactos” y aportar toda su experiencia trabajando en equipos de
salud Pública.
Ayer fue el último aplauso de las ocho, hace días, muchos
días que ya no se oye tan fuerte y ayer, sonó muy débil muy lejano. Como el
recuerdo del trabajo del personal sanitario casi sin descanso durante estos dos
largos meses, con una enorme fuerza vital y moral que ha sostenido el sistema sanitario.
En ocasiones, con escasos y defectuosos medios de protección. A veces, cayendo
infectadas por el riesgo que nos rodeaba, pero corriendo de nuevo a nuestros puestos
de trabajo en cuanto nuestro estado de salud y recuperación nos lo permitía.
Porque por encima del dinero, está el sentido de responsabilidad, compromiso y
dedicación hacia nuestros pacientes, demostrando la gran profesionalidad de los
profesionales sanitarios, y esto es algo, que no se puede medir en un sueldo. Cuidando,
acompañando, curando, humanizando como lo hacemos.
Ayer fue el último aplauso de las ocho y ayer me coincidió participando en una entrevista para el programa 360 grados de EITB2 porque tras
las últimas imágenes que nos llegan en la desescalada los sanitarios estamos
preocupados, acaso ¿se está olvidando demasiado pronto lo ocurrido durante esta
crisis?, acaso ¿se ha perdido el miedo al coronavirus? Ahora sólo te pedimos
RESPONSABILIDAD y PRUDENCIA en tu comportamiento para una desescalada
progresiva, porque tus actos repercuten en el sistema sanitario y en nosotros,
al estar expuestos y no queremos volver a estar desbordados, estamos cansados y
necesitamos descansar.
viernes, 14 de febrero de 2020
El papel de Enfermería ante la fibromialgia en Atención Primaria
Pero hoy no podía dejar de escribir una entrada respecto a un hilo en Twitter que leí sobre una paciente con fibromialgia que acudió a su enfermera de Atención Primaria. En este hilo, ella cuenta que iba emocionada después de un largo peregrinar entre especialistas, esperando que la enfermera le tendiese una mano en su camino empedrado. Ella iba ilusionada porque son 17 años afectada de fibromialgia y el caminar se hace duro con el dolor crónico y los problemas de salud asociados en la pesada mochila. Y esperaba encontrar a su enfermera de familia como un miembro de un equipo multidisciplinar donde adquirir conocimientos, habilidades y actitudes, que le posibilitasen comprender y sobrellevar mejor la enfermedad. En cambio, salió decepcionada porque las necesidades que demandaba no fueron resueltas, y una vez más en su peregrinaje por el sistema sanitario, se sintió ignorada, despreciada, sola y dolida.
La Fibromialgia supone un problema de salud complejo que afecta a todas las esferas del paciente que la padece. Los tratamientos farmacológicos parecen no conseguir los resultados esperados, debiendo ofertarse un enfoque multidisciplinar que ofrezca respuestas a las demandas del paciente. Es aquí donde la Enfermera Comunitaria cobra un papel primordial. Además, la atención primaria (AP) nos sitúa cerca del paciente, somos el primer eslabón por el cual el paciente llega al sistema sanitario, centrando su acción en las personas, familias y comunidades y en ofertar la mayor parte de la atención cerca del domicilio del y la paciente, reservando a los hospitales para los procedimientos altamente especializados.
La fibromialgia es una patología que ocasiona gran sufrimiento por todos los síntomas asociados al dolor que se dan, siendo compleja la atención profesional hacia las personas que la sufren. Existe consenso en la bibliografía sobre el carácter individualizado en su tratamiento y situando la educación para la salud como pilar básico. De ahí, que la enfermería juega un papel primordial como educadora sanitaria en esta enfermedad de curso crónico, ya que la implicación activa del paciente en la adopción de estilos de vida saludables es fundamental.
La intervención enfermera es clave para ayudar no sólo en el conocimiento de esta patología, sino también en el aprendizaje de técnicas que puedan contribuir a una mejor calidad de vida del afectado. Es necesario abordar la aceptación de la enfermedad, su carácter crónico, evolución no progresiva y promover su implicación diaria. Conseguir el máximo autocontrol sería la meta deseable, para ello hace falta educación sanitaria en conocimientos sobre patología, sintomatología típica, desencadenantes del dolor, uso racional del medicamento, nutrición y medidas en el ámbito laboral que se pueden aplicar para tener una calidad de vida óptima y así reducir la dependencia al Sistema Sanitario.
Esta patología supone un reto en nuestra consulta de enfermeria actual, ¿te animas a mejorar la calidad de vida de estos pacientes con tus cuidados de enfermería?.
Rodríguez Muñiz, R., Orta González, M. y Amashta Nieto, L. 1. Cuidados de enfermería a los pacientes con fibromialgia. Enfermería Global. 9, 2 (1). DOI:https://doi.org/10.6018/eglobal.9.2.107211.
Murias Moya, Gema; Cebrián Total, Melissa; Suárez Rosales, Natalia; Arboleya Faedo, Tatiana. Intervención enfermera en pacientes con fibromialgia. Rev Paraninfo Digital, 2013; 19. [Consultado el 10 de Febrero del 2020] Disponible en:
Fernández Rodríguez S, Argüelles Otero L. Abordaje del paciente con Fibromialgia en Atención Primaria. RqR Enfermería Comunitaria (Revista SEAPA). 2015 Feb; 3(1): 25-42.