martes, 7 de julio de 2020

Explorando una nueva normalidad



Cuando empezaba a descender la ansiada curva de la pandemia COVID, cuando empezaban a vaciarse las UCIS y los pacientes iban despidiendo los hospitales, entonces, un rayo de esperanza iluminaba cada uno de los hogares y cada uno de los balcones en los que hasta ese momento se había compartido solidaridad y grandes momentos de humanidad. Y llego el momento de volver a salir a la calle y empezamos a hablar de la "Nueva Normalidad". 

Pero se empezaron a olvidar las más elementales medidas de seguridad: Distancia, mascarilla, lavado de manos, y, ante todo, respeto y menos egoísmo. Y entonces, empezaron los rebrotes. Si bien es cierto, que se controlaron rápidamente, pero gracias de nuevo al esfuerzo y extraordinario trabajo de muchas personas. 

Y volvimos a llenar las calles, a saturar playas y espacios públicos sin respetar aforos, ni normas, ni limitaciones, sin guardar medidas de precaución, sin respetar a otras personas, … olvidándonos de la humanidad que se desprendía en los balcones, las ventanas y los vecindarios en el tiempo del confinamiento. 

Pero la sombra del coronavirus planea sobre nuestras cabezas, aunque tengamos ganas de sentirnos libres, de saborear la vida, de volver a recuperar costumbres que habíamos dejado atrás. Y algunos aún tenemos miedo porque todavía no olvidamos los intensos meses de colapso sanitario, los largos meses de ansiedad, incertidumbre, miedo e impotencia, junto con las lágrimas derramadas, muchas lágrimas. Porque muchos no podemos olvidar a gente cercana enferma y fallecida, mucha de ella, profesionales sanitarios. Gente que ya no dará besos, ni abrazos, que no conocerá la nueva normalidad y que no ha podido despedirse de los suyos. Porque muchos no podemos dejar de pensar en esas familias rotas, en esas palabras que quedaron por decir, en aquellas sonrisas arrebatadas. 

Y es que el coronavirus sigue entre nosotros, y deberíamos seguir las medidas de precaución para evitar que la situación que hemos pasado NO vuelva a pasar. Para evitar dejar atrás a personas por el camino, que ya no volverán, para evitar el dolor de sus seres queridos, y poder avanzar. 

Y mientras buscan la vacuna y el tratamiento milagroso y todopoderoso, no olvidemos que la “vacuna eres tú: distancia + mascarilla”. 

¿Acaso no hemos aprendido nada? 

Decía Isak Dinesen: “La cura para todo es agua salada: sudor, lágrimas o el mar”. Sudor y lágrimas he derramado muchas durante estos interminables meses, y en la “cura” para recuperar fuerzas y seguir guerreando en otoño, en la nueva ola que vendrá, me faltaban los baños regeneradores de mar. Pero ayer, de camino a esta “cura de mar”, hacia la Mariña Lucense, nos llego la noticia que la comarca estaría cerrada por 5 días para controlar un brote. Y todo se esfumo, ya que este rebrote nos obligó a dar media vuelta para casa. Éste y nuevos rebrotes y focos se multiplican por todos lados…  

¿Acaso no hemos aprendido ninguna lección?

No podemos ignorar las medidas básicas de seguridad, no podemos bajar la guardia. Debemos evitar nuevos contagios, nuevos casos, nuevos enfermos, nuevos fallecidos, nuevo y evitable dolor. Evitar volver a repetir la situación en la que hemos estado estos meses. 

Esperaba que esta pandemia nos enseñase a ser más humanos, con más empatía, confiaba encontrar un mundo mejor al salir a esta nueva normalidad. Y aún estamos a tiempo de aprender.



Cuídate, cuida a tu familia, cuida a tus seres queridos y a la gente que te rodea. 

Te cuidamos, cuídanos.



 

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